diumenge, 30 d’octubre del 2011

Capítulo I: ¿Qué puede salir mal? (2)

  Liaele se encontraba, como de costumbre, en su cuarto y Nira, su antigua nodriza, le estaba cepillando el pelo cuidadosamente, aún así no podía evitar soltar algún quejido cuando le alisaba un enredo por medio de la fuerza. "Una mujer adulta sabe aguantar un simple tirón sin tener que quejarse", le estaba diciendo Nira cuando llamaron a la puerta.

  —Adelante —respondió tras alisarse levemente el vestido y erguirse un poco.

  —He vuelto, hermanita. Antes del festival solar, como prometí —dijo su hermano a la vez que cruzaba la puerta— Padre no vendrá, por si tenías alguna duda.

  —Oh... me alegro al menos de tenerte a ti, aunque llegas muy justo...

  —¿Acaso alguna vez te he faltado en mis promesas? No deberías dudar de mí.

  —Ya... pero... ¡Ay! Duele... —Liale arrugó la naricita a la vez que miraba con un gesto enfadado a su antigua nodriza, gesto que desapareció al instante al ser hostigada por la desaprobadora mirada de esta— Sí, ya lo se... no debo quejarme ni gritar, pero no es tu cabeza la que estás maltratando...

  —Veo que estás ocupada —sonrió su hermano— Recuerda que por el festival tenemos una cena importante, cuando te canses de toda la diversión ya te contaré mis aventuras. Ah, y madre te buscaba. Cuando estés arreglada ve a verla en su cuarto. Nos vemos, hermanita.

  Y se fue sin dar opción a replica alguna mientras Liaele se quedó pensativa, observando la posición donde estaba su hermano hace unos instantes, «¿Qué querrá madre para enviar a mi hermano a buscarme? ¿Estaré en algún lío?».

  —Vuelve al mundo y escoge un vestido para esta noche, ¿O aún no eres lo bastante mayor para escogerte tu propia ropa? —dijo Nira tras ofrecerle una cálida sonrisa.

  Escogió un largo vestido granate con bordados dorados, mangas de rejilla para no ahogarse en las altas temperaturas de verano, un fajín negro con detalles de oro y rubíes, y finalmente unos finos guantes con filigranas rojizas. Una vez vestida, Nira le hizo una larga trenza con su espesa cabellera rojiza que adornó con unas cuentas de ónice oscuro. Finalmente se puso unas sandalias de cuero negro y Nira le pintó las uñas de carmín. Cuando ya estaba vestida se puso un brazalete dorado en la muñeca derecha, se colgó su collar con el medallón de aguamarinas y el anillo trenzado de también aguamarinas en el dedo índice izquierdo. Lista ya, se encaminó hacia el pasillo, no si antes recibir alguna regañina por su postura por parte de Nira, asintió sin hacer demasiado caso y se fue hacia la cámara de su madre.



  —Llegas tarde —dijo Gaev al ver a Faenn acercarse por la calle.

  —No es que tenga demasiada prisa para acabar castigado —respondió Faenn mientras saludaba a los chicos con la mano— Que los soles os iluminen, chicos. Bien, ¿dónde vamos y cual es el plan?

  —Respira hondo y no montes una, recuerda que aceptaste venir. Vamos al palacete del marqués.

  —¡¿Qué? ¿Te has vuelto loco?! ¡Podemos acabar en los calabozos... o muertos!

  —Suerte que te he avisado... —murmuró Gaev— No es una locura, los criados tienen la noche libre en mayoría y el resto está fuera preparando la cena. Cena donde estará la marquesa y toda la casa, así que no habrá nadie, además Ralyr, que su hermano trabaja en la casa, nos ha conseguido la llave del patio trasero. Una vez dentro solo tenemos que subir al ático dónde están los cohetes del Técnico y Erris conoce una escalerilla antigua de servicio que nos subirá al segundo piso directamente. ¿Qué puede salir mal?

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada