dimarts, 1 de novembre del 2011

Capítulo I: Desacuerdos (3)

  Liaele avanzaba por el pasillo de la planta para dirigirse a ver a su madre, que la había llamado a través de su hermano, esa habitación se encontraba justo en el centro de la segunda planta, dando al patio trasero. Su madre apreciaba mucho tener grandes ventanales y un balcón con algunas plantas, pero le molestaba mucho el ruido, así que nada mejor que el tranquilo patio trasero donde como mucho oiría a los jardineros podar. En cambio su habitación estaba en el extremo del ala norte, con vistas al jardín, a la puerta principal y sobretodo acceso a la escalerilla de servicio, para poder ir rápido a las cocinas y salir fuera. Cuando llegaron, hace unos años, intentaron situarla en el ala sur, para que no pudiera llegar tan fácilmente a dicha escalerilla pero lo único que consiguieron es que estuviera todo el día corriendo por los pasillos molestando a todo el mundo y sobretodo a las visitas importantes.

  —¡Ay! —Liaele miró al sujeto que la había desviado de sus pensamientos y se atrevía a andar sin mirar por los pasillos, era una mujer, adulta pero aún joven, debía tener la edad de su hermano o un poco mas, no parecía una criada— ¡Mira por dónde vas! —respondió sin pensar, cosa que lamentó nada mas ver los dos soles entrelazados bordados en el cuello de la toga de la mujer— Ay, perdone, Solea, iba distraída y...

  La mujer le clavó la mirada unos segundos, una mirada que la hizo temblar, y sin motivo aparente alguno se puso a reír. Cuando terminó, ella la estuvo observando un rato, sonriendo.

  —He... ¿He hecho algo gracioso? —preguntó, aún estupefacta.

  —Oh, a ti no te lo debe parecer pero la cara que has puesto al ver quien era es irrepetible —sonrió la Solea mientras le ponía una mano en el brazo— Tú debes ser... Liale ¿Verdad? Yo soy Zelfora y acabo de llegar y no te preocupes, no vengo a por ti. Tu madre me ha contado que alguna vez te amenazó en enviarte a nuestra orden si no te comportabas. Y quita esa cara de asustada, que no muerdo —volvió a sonreír mientras se ajustaba el chal— ¿Mejor? Ahora ya no se ven los soles.

  —Ehm... uh... es Liaele, no Liale y yo... debería...

  —Oh, sí, no te distraigo mas. Espero que esta noche nos volvamos a ver —y se marchó, mientras Liaele se quedaba aún conmocionada en medio del pasillo.

  Quizás pasaron unos minutos, puede que mas, cuando Liaele prosiguió hacia la cámara de su madre, el caso es que estuvo un buen rato procesando lo que acababa de pasar, «¿Se estaba burlando de ella esa sacerdotisa de los soles? ¿Directamente era siempre así o intentó provocarla de algún modo? Quizás luego, en la cena, lo descubriera, aunque no tenía demasiada prisa». Curiosamente, o tampoco tanto, nadie le dijo nada mientras estaba ahí parada, se cruzó con uno o dos sirvientes y incluso le pareció ver un buen grupo de gente pasar por el pasillo de delante, no eran criados y uno de ellos llegó a observarla descaradamente. No, no tenía demasiado sentido. Mientras pensaba llegó a la habitación, la puerta estaba entreabierta y la luz se filtraba por el hueco, curiosamente tampoco estaban los dos guardias que tenía su madre desde que un día intentaron atacarla en su propia habitación, peculiar silencio, todo desprendía una extraña aura...


  —¡¿Cómo?! ¿Nos dejas así? —replicó la Pequeña.

  —Perdona, pero me acabo de acordar de que el último día lo dejé con los chicos, sería lógico que hubiera empezado con ellos —respondió tranquilamente Nephti— Cuando me he dado cuenta ya tenía un buen fragmento empezado y me sabía mal dejarlo a medias...

  —¡Mentirosa! Seguro que lo haces a propósito... ¡Quieres que me quede sin uñas!

  —Puede ser, pero estoy contando yo la historia. Venga, voy a seguir.


  Faenn subía por la escalerilla del palacete tranquilamente, era el último en subir así que no tenía la presión de tener alguien detrás esperando, tenía unos peldaños bastante reducidos aunque se notaba que los sirvientes que la usaban ya sabían donde colocar los pies para subir rápido ya que estaban muy desgastados en ciertos sitios, al llegar a la segunda planta se producía un severo cambio en la decoración al pasar de las plantas del servicio a las habitaciones de los invitados y la familia del marqués. Gaevlien estaba dando instrucciones cuando sacó la cabeza desde la escalerilla para observar la planta y así seguía cuando ya llegó y había dejado de observar.

  —Al ático subiremos Ralyr, Erris y yo, que nos conocemos mas el palacete y ahí no cabemos todos de  golpe —comentaba Gaev en ese momento— Luego bajaremos, les daremos las cajas de lo que hayamos conseguido a Torem y Tiroun, y saldremos por esta misma escalerilla.

  —¿Y por qué subes tu al ático? Si es la primera vez que estás aquí, yo en cambio... —comentó un chico desde detrás de Faenn, el hijo del sastre parecía.

  —Yo soy el líder del grupo y ahí solo cabemos tres ¿Acaso sabes que hay que buscar?

  —¿Y solo vamos a hacer eso? Me prometiste que iríamos a las cocinas a conseguir algún pastel... —dijo Deloir, el del carnicero, mientras algunos chicos mas asentían ante su comentario.

  —No dije nada de bajar a las cocinas, seguro que lo soñaste, tu sólo sueñas en comida.

  —Erris me ha dicho que si volvemos por la escalerilla y giramos dos veces a la izquierda por el pasillo estaremos en las cocinas, yo me voy, no voy a arriesgarme por tus tonterías. Quien quiera bajar conmigo que me siga —replicó Deloir y se fue junto a unos cuantos chicos que le siguieron.

  —Parece que Deloir tiene mas madera de líder. Tiene la cabeza para liderar un grupo, o mas bien la barriga —comentó Tiroun entre risas.

  —Bueno, al menos me he quedado con los buenos del grupo, vamos chicos —dijo Gaev, y siguieron por los pasillos.

  Mientras avanzaban hacia la escalera al ático tuvieron la suerte de no encontrarse con nadie, al menos por esos pasillos circundantes no había nadie. Faenn no estaba demasiado emocionado con el plan y se fiaba poco de que realmente no hubiera nadie y mirando con cuidado al pasillo centrar pudo ver algún criado pasar concentrado en su trabajo, también vio una chica, parada en medio y mirando la pared, como si no hubiera nada mas, Torem se quedó embobado mirándola y Faenn tuvo que arrastrarlo antes de que ella pudiera decidir mirar hacia donde estaban ellos.

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