Capítulo I


  El sol empezaba a descender a medida que la tarde iniciaba y sus rojizos y brillantes dedos se filtraban a través de los grandes ventanales de la torre. Nephti escribía en su escritorio mientras su pupila, Milva, dormía abrazada a la otra, Shani. El invierno se aproximaba, poco a poco, y pronto la torre quedaría totalmente aislada en las montañas pero sus gruesas paredes, las calderas del sótano y los hogares encendidos a cada planta la mantenían siempre a una temperatura ideal. "Toc-Toc" sonó la madera de la puerta al ser golpeada y seguidamente se abrió la puerta.

  —¿Puedo pasar, señora Nephti? —dijo la pequeña a la vez que daba un saltito y entraba en el despacho haciendo volar por los aires sus dos largas coletas oscuras.

  —Claro que sí, pero no hagas mucho ruido. —respondió Nephti a la vez que se giraba hacia la puerta junto su silla, un gran invento que permitía girar 360 grados sin desplazar las patas de sitio— Están durmiendo, estaban...

  —Hola, pequeña —dijeron las dos muchachas a la vez mientras de desperezaban— ¿A qué has venido?No te habrás portado mal ¿Verdad?

  —No, no... he venido... porque... —dijo la pequeña, cruzando las manos detrás de ella y bajando la mirada al suelo.

  —Oh, creo que ya se, quieres continuar el cuento ¿no? —sonrió Nephti al ver que los grandes ojos de la pequeña se iluminaban— Qué, jovencitas, ¿os apuntáis a una historia?

  —No hace falta que lo digas dos veces —respondió Shani.

  —Excelente, mientras suben algo de comer, os acomodáis alrededor del fuego y empezaré...

 

  Faenn salía de la forja de su tío antes de que terminara su turno ya que no quedaba nada que hacer. Como cada verano, el gran sol blanco -Naos- eclipsaba al segundo sol que poco a poco iba desapareciendo detrás de la gran luz de Naos. Cuando se dirigía a su casa alguien le llamó, era Gaevlien junto a otros chicos de la villa.

  —Eh, herrero aburrido ¿te apuntas a darle un poco de diversión a estas vidas? —le dijo Gaevlien entre risas.

  —Estoy demasiado cansado para acabar corriendo a escondernos y además ya sabes que tu madre de alguna forma siempre sabe cuando tramas algo.

  —Jé, siempre lo he sabido pero ¿acaso me has visto rendirme? —Gaevlien sonrió a la vez que le daba unos golpecitos en el hombro— Pero tienes razón... aunque tengo un plan. Te ofrezco un trato, ahora vamos, nos sentamos, descansamos y todas esas cosas que tanto te gustan y a cambio esta noche te vienes conmigo sin rechistar.

  Faenn suspiró, «como si tuviera alguna otra opción. Si se iba a su casa le seguirían y luego le obligarían a venirse ya que habían hecho lo que él quería». Volvió a suspirar y asintió.

  —De acuerdo, vamos.



  Gaev sonrió, de momento parecía favorable a su plan. Si Faenn se hubiera negado no podría haberle obligado a venir y tampoco caería en amenazas o chantajes, era su amigo, mas que todos esos que le seguían a todas partes. Esa noche era el festival solar y celebraban que cuando salieran los soles ya solo aparecería Naos solo, el día mas caluroso de verano y el fin de el año. Había venido un Técnico de fuego para lanzar fuegos artificiales y con la distracción de la fiesta toda la villa de Maer estaría distraída, quizás podría hacerse con uno de esas cosas que los Técnicos usaban para iluminar el cielo, los cohetes. Cuando llegaron a casa de Faenn, se sentaron en el porche mientras su tía les traía unas galletas y leche para merendar. Faenn había perdido su padres de pequeño, en un incendio, desde entonces vivía con sus tíos y trabajaba junto su tío en la herrería que había sido de ellos y ahora la llevaba su tío hasta que él tuviera la edad para encargarse del negocio. Aunque se negara a admitirlo, Gaev sabía que Faenn era un excelente herrero, casi a nivel de los años de experiencia de su tío y a la leyenda que fue su padre.

  —¿Cuales son vuestros deseos para este nuevo año? —les preguntó a los otros.

  —Yo espero que mi padre me deje encargarme de la granja, al menos que pueda hacer algo sin tener que estar supervisado por alguien —respondió Erris, el hijo de la Granja Peregar.

  —Recuerdo que lo hizo una vez y casi le quemas los cerdos junto las vacas. —se puso a reír Deloir, el hijo del carnicero— Mi padre estará encantado si se cumple, esa vez pudo comprar unas cuantas vacas algo chamuscadas que ya no podían dar mas leche y encima por unas míseras monedas.

  Erris se puso todo rojo e intentó esconderse detrás de su vaso de leche mientras el resto reía incontrolablemente, excepto Faenn, claro, que le dio unos golpecitos en el hombro para animarlo.

  —Yo con que Maer sea un poco menos aburrido el año que viene —dijo Gaev terminando en un largo suspiro.

  —Ya me gustaría a mi poderme ir de caza, al menos no es cada día lo mismo —le respondió Torem, el hijo del leñador.

  —¡Mirad, chicos! Ha llegado Tiroun y los mineros de Itue —dijo Samelie que venía corriendo por la calle mientras señalaba a un grupo de dos carretas que llegaba desde el Oeste.

  —¡Faenn, ayudame a llevar esto! —grito su tía desde la cocina.

  —Cada uno para su lado, nos vemos mas tarde ¿eh? —sonrió Gaevlien mientras se retiraba.

***

  Liaele se encontraba, como de costumbre, en su cuarto y Nira, su antigua nodriza, le estaba cepillando el pelo cuidadosamente, aún así no podía evitar soltar algún quejido cuando le alisaba un enredo por medio de la fuerza. "Una mujer adulta sabe aguantar un simple tirón sin tener que quejarse", le estaba diciendo Nira cuando llamaron a la puerta.

  —Adelante —respondió tras alisarse levemente el vestido y erguirse un poco.

  —He vuelto, hermanita. Antes del festival solar, como prometí —dijo su hermano a la vez que cruzaba la puerta— Padre no vendrá, por si tenías alguna duda.

  —Oh... me alegro al menos de tenerte a ti, aunque llegas muy justo...

  —¿Acaso alguna vez te he faltado en mis promesas? No deberías dudar de mí.

  —Ya... pero... ¡Ay! Duele... —Liale arrugó la naricita a la vez que miraba con un gesto enfadado a su antigua nodriza, gesto que desapareció al instante al ser hostigada por la desaprobadora mirada de esta— Sí, ya lo se... no debo quejarme ni gritar, pero no es tu cabeza la que estás maltratando...

  —Veo que estás ocupada —sonrió su hermano— Recuerda que por el festival tenemos una cena importante, cuando te canses de toda la diversión ya te contaré mis aventuras. Ah, y madre te buscaba. Cuando estés arreglada ve a verla en su cuarto. Nos vemos, hermanita.

  Y se fue sin dar opción a replica alguna mientras Liaele se quedó pensativa, observando la posición donde estaba su hermano hace unos instantes, «¿Qué querrá madre para enviar a mi hermano a buscarme? ¿Estaré en algún lío?».

  —Vuelve al mundo y escoge un vestido para esta noche, ¿O aún no eres lo bastante mayor para escogerte tu propia ropa? —dijo Nira tras ofrecerle una cálida sonrisa.

  Escogió un largo vestido granate con bordados dorados, mangas de rejilla para no ahogarse en las altas temperaturas de verano, un fajín negro con detalles de oro y rubíes, y finalmente unos finos guantes con filigranas rojizas. Una vez vestida, Nira le hizo una larga trenza con su espesa cabellera rojiza que adornó con unas cuentas de ónice oscuro. Finalmente se puso unas sandalias de cuero negro y Nira le pintó las uñas de carmín. Cuando ya estaba vestida se puso un brazalete dorado en la muñeca derecha, se colgó su collar con el medallón de aguamarinas y el anillo trenzado de también aguamarinas en el dedo índice izquierdo. Lista ya, se encaminó hacia el pasillo, no si antes recibir alguna regañina por su postura por parte de Nira, asintió sin hacer demasiado caso y se fue hacia la cámara de su madre.



  —Llegas tarde —dijo Gaev al ver a Faenn acercarse por la calle.

  —No es que tenga demasiada prisa para acabar castigado —respondió Faenn mientras saludaba a los chicos con la mano— Que los soles os iluminen, chicos. Bien, ¿dónde vamos y cual es el plan?

  —Respira hondo y no montes una, recuerda que aceptaste venir. Vamos al palacete del marqués.

  —¡¿Qué? ¿Te has vuelto loco?! ¡Podemos acabar en los calabozos... o muertos!

  —Suerte que te he avisado... —murmuró Gaev— No es una locura, los criados tienen la noche libre en mayoría y el resto está fuera preparando la cena. Cena donde estará la marquesa y toda la casa, así que no habrá nadie, además Ralyr, que su hermano trabaja en la casa, nos ha conseguido la llave del patio trasero. Una vez dentro solo tenemos que subir al ático dónde están los cohetes del Técnico y Erris conoce una escalerilla antigua de servicio que nos subirá al segundo piso directamente. ¿Qué puede salir mal?

***

  Liaele avanzaba por el pasillo de la planta para dirigirse a ver a su madre, que la había llamado a través de su hermano, esa habitación se encontraba justo en el centro de la segunda planta, dando al patio trasero. Su madre apreciaba mucho tener grandes ventanales y un balcón con algunas plantas, pero le molestaba mucho el ruido, así que nada mejor que el tranquilo patio trasero donde como mucho oiría a los jardineros podar. En cambio su habitación estaba en el extremo del ala norte, con vistas al jardín, a la puerta principal y sobretodo acceso a la escalerilla de servicio, para poder ir rápido a las cocinas y salir fuera. Cuando llegaron, hace unos años, intentaron situarla en el ala sur, para que no pudiera llegar tan fácilmente a dicha escalerilla pero lo único que consiguieron es que estuviera todo el día corriendo por los pasillos molestando a todo el mundo y sobretodo a las visitas importantes.

  —¡Ay! —Liaele miró al sujeto que la había desviado de sus pensamientos y se atrevía a andar sin mirar por los pasillos, era una mujer, adulta pero aún joven, debía tener la edad de su hermano o un poco mas, no parecía una criada— ¡Mira por dónde vas! —respondió sin pensar, cosa que lamentó nada mas ver los dos soles entrelazados bordados en el cuello de la toga de la mujer— Ay, perdone, Solea, iba distraída y...

  La mujer le clavó la mirada unos segundos, una mirada que la hizo temblar, y sin motivo aparente alguno se puso a reír. Cuando terminó, ella la estuvo observando un rato, sonriendo.

  —He... ¿He hecho algo gracioso? —preguntó, aún estupefacta.

  —Oh, a ti no te lo debe parecer pero la cara que has puesto al ver quien era es irrepetible —sonrió la Solea mientras le ponía una mano en el brazo— Tú debes ser... Liale ¿Verdad? Yo soy Zelfora y acabo de llegar y no te preocupes, no vengo a por ti. Tu madre me ha contado que alguna vez te amenazó en enviarte a nuestra orden si no te comportabas. Y quita esa cara de asustada, que no muerdo —volvió a sonreír mientras se ajustaba el chal— ¿Mejor? Ahora ya no se ven los soles.

  —Ehm... uh... es Liaele, no Liale y yo... debería...

  —Oh, sí, no te distraigo mas. Espero que esta noche nos volvamos a ver —y se marchó, mientras Liaele se quedaba aún conmocionada en medio del pasillo.

  Quizás pasaron unos minutos, puede que mas, cuando Liaele prosiguió hacia la cámara de su madre, el caso es que estuvo un buen rato procesando lo que acababa de pasar, «¿Se estaba burlando de ella esa sacerdotisa de los soles? ¿Directamente era siempre así o intentó provocarla de algún modo? Quizás luego, en la cena, lo descubriera, aunque no tenía demasiada prisa». Curiosamente, o tampoco tanto, nadie le dijo nada mientras estaba ahí parada, se cruzó con uno o dos sirvientes y incluso le pareció ver un buen grupo de gente pasar por el pasillo de delante, no eran criados y uno de ellos llegó a observarla descaradamente. No, no tenía demasiado sentido. Mientras pensaba llegó a la habitación, la puerta estaba entreabierta y la luz se filtraba por el hueco, curiosamente tampoco estaban los dos guardias que tenía su madre desde que un día intentaron atacarla en su propia habitación, peculiar silencio, todo desprendía una extraña aura...


  —¡¿Cómo?! ¿Nos dejas así? —replicó la Pequeña.

  —Perdona, pero me acabo de acordar de que el último día lo dejé con los chicos, sería lógico que hubiera empezado con ellos —respondió tranquilamente Nephti— Cuando me he dado cuenta ya tenía un buen fragmento empezado y me sabía mal dejarlo a medias...

  —¡Mentirosa! Seguro que lo haces a propósito... ¡Quieres que me quede sin uñas!

  —Puede ser, pero estoy contando yo la historia. Venga, voy a seguir.


  Faenn subía por la escalerilla del palacete tranquilamente, era el último en subir así que no tenía la presión de tener alguien detrás esperando, tenía unos peldaños bastante reducidos aunque se notaba que los sirvientes que la usaban ya sabían donde colocar los pies para subir rápido ya que estaban muy desgastados en ciertos sitios, al llegar a la segunda planta se producía un severo cambio en la decoración al pasar de las plantas del servicio a las habitaciones de los invitados y la familia del marqués. Gaevlien estaba dando instrucciones cuando sacó la cabeza desde la escalerilla para observar la planta y así seguía cuando ya llegó y había dejado de observar.

  —Al ático subiremos Ralyr, Erris y yo, que nos conocemos mas el palacete y ahí no cabemos todos de  golpe —comentaba Gaev en ese momento— Luego bajaremos, les daremos las cajas de lo que hayamos conseguido a Torem y Tiroun, y saldremos por esta misma escalerilla.

  —¿Y por qué subes tu al ático? Si es la primera vez que estás aquí, yo en cambio... —comentó un chico desde detrás de Faenn, el hijo del sastre parecía.

  —Yo soy el líder del grupo y ahí solo cabemos tres ¿Acaso sabes que hay que buscar?

  —¿Y solo vamos a hacer eso? Me prometiste que iríamos a las cocinas a conseguir algún pastel... —dijo Deloir, el del carnicero, mientras algunos chicos mas asentían ante su comentario.

  —No dije nada de bajar a las cocinas, seguro que lo soñaste, tu sólo sueñas en comida.

  —Erris me ha dicho que si volvemos por la escalerilla y giramos dos veces a la izquierda por el pasillo estaremos en las cocinas, yo me voy, no voy a arriesgarme por tus tonterías. Quien quiera bajar conmigo que me siga —replicó Deloir y se fue junto a unos cuantos chicos que le siguieron.

  —Parece que Deloir tiene mas madera de líder. Tiene la cabeza para liderar un grupo, o mas bien la barriga —comentó Tiroun entre risas.

  —Bueno, al menos me he quedado con los buenos del grupo, vamos chicos —dijo Gaev, y siguieron por los pasillos.

  Mientras avanzaban hacia la escalera al ático tuvieron la suerte de no encontrarse con nadie, al menos por esos pasillos circundantes no había nadie. Faenn no estaba demasiado emocionado con el plan y se fiaba poco de que realmente no hubiera nadie y mirando con cuidado al pasillo centrar pudo ver algún criado pasar concentrado en su trabajo, también vio una chica, parada en medio y mirando la pared, como si no hubiera nada mas, Torem se quedó embobado mirándola y Faenn tuvo que arrastrarlo antes de que ella pudiera decidir mirar hacia donde estaban ellos.

***
  
  «Sí, definitivamente algo no está bien». Liaele asintió con firmeza y se dirigió hacia la puerta. «Parece que tendré que descubrirlo por mi misma». Y empujó suavemente la gruesa madera decorada de la habitación. Ahí estaba su madre, arrodillada en el suelo, justo en el centro, parecía llorar mirando la ventana. «Debe haber tenido un ataque de histeria y los guardias habrán entrado a comprobar, el ruido del festival seguramente». Su madre la miró, tenía los ojos rojos, brillaban, emanaban miedo, ira, impotencia. Tensión. «Los guardias». Miró a su alrededor. «¿Y los guardias?». Un gruñido detrás de ella. Ahí estaban los guardias, despedazados en el suelo. Encima de ellos un ser de piel arenosa, ojos rojos y unas enormes garras, sostenía lo que parecía el brazo de un guardia. Ese ser la miró, con su mirada violenta, sangrienta, y rugió. Liaele gritó, lloró y corrió con todas sus fuerzas.



  Faenn cargaba con un bastón oscuro, hecho de un extraño material, que le había dado Gaev del ático. Parecía que todos llevaban cosas menos él que andaba tranquilamente con las manos en los bolsillos, sólo le faltaba ponerse a silbar. Erris llevaba una caja de cohetes del Técnico, Ralyr otra que iba con los cohetes que nadie sabía para que era, Tiroun llevaba unos bastones para encenderlos y Torem se había apropiado de una hacha de curiosa fabricación. Tampoco iba tan mal para ser un plan de Gaev, solo faltaba que nadie les dijera nada al verlos cargados con todo eso. Sí, era pedir mucho. 

  Un grito, instintivamente se lanzó hacia él y todo se volvió difuso. Gaev intentó frenarlo pero él ya no oía, corrió un poco y corrió mas, hasta que llegó al origen del grito, una chica huía por el pasillo, iba hacia él, ¿De qué huía? Le pareció que era un ser pálido, con pico y una larga cola llena de escamas. No parecía demasiado lógico pero instintivamente agarró un jarrón y se lo lanzó al monstruo.

  —¡A la escalerilla! ¡Rápido! —gritó alguien.

  La chica iba con un largo vestido rojo, no sabía como podía haber corrido tanto con eso puesto, apoyó el bastón, agarró a la muchacha y se la cargó en el hombro. Una vez con el bastón en una mano y aguantando la chica con la otra empezó a correr por los sinuosos pasillos exteriores. Cuando volvió en si ya estaban en la planta baja, se sentía mareado y cada vez le costaba mas recordar. Erris no estaba, recordó, vio el monstruo picudo lanzarse sobre él y arrancarle la tráquea entera, luego otro también se lanzó sobre él y Erris ya no estaba. Sintió náuseas con solo de pensarlo y vomitó en un rincón. Quizás su muerte los hubiera salvado.

  —Ehm... ¿Me vas a soltar? —preguntó una voz femenina cerca de él.

  ¡La muchacha! Aún la llevaba cargada. Se puso todo rojo que junto al mareo lo dejo en unas extrañas tonalidades y soltó su carga.

  —Eh... uhm... lo siento —le dijo a ella.

  —Oh, sí, mas te vale. Ese jarrón valía una fortuna y me has roto el vestido

  Mujeres, le acababa de salvar la vida y lo que importaba era un jarrón, seguro que Gaev le habría dicho algo a esa muchacha, él si que sabía como tratarlas.

  —Aprecio mucho que estés haciendo amistades, Faenn —dijo Gaev, jadeante— Pero deberíamos movernos, no quiero ni volver a pensar en esas cosas, al menos mientras aún puedan estar cerca.

  —Salgamos —respondió Tiroun— Si no recuerdo mal por ahí ya salíamos al patio.

  Cuando iban a dirigirse hacia la salida apareció uno de los chicos que se había marchado con Deloir.

  —¡Están todos muertos! ¡Vamos a morir todos! —gritó— Todo el patio está lleno de esos monstruos. ¡No hay salida!

  Y se colapsó en medio del pasillo.


  —Bien, creo que por hoy ya habéis tenido bastante, seguro que tenéis tareas que hacer —dijo Nephti mientras saltaba de su silla— Venga, venga

  —No... no nos puedes dejar así —dijo la Pequeña— No en ese momento.

  —Oh, claro que puedo, acabo de hacerlo. Vamos, tenéis que hacer otras cosas para luego poder disfrutar de las historias, sino se vuelven aburridas. Además, yo también tengo trabajo.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada