diumenge, 25 de desembre del 2011

Interludio II-III: Navidades en la Torre (Parte 1)

  Pequeña se levantó de un salto de su cama, el sol salía por el horizonte montañoso y había oído algunos pájaros piar, oficialmente ya era de día y eso significaba que podía abrir los regalos, dijeran lo que dijeran. Se puso las peludas zapatillas con forma de zarpas de... algo peludo, no importaba, eran calentitas y graciosas y no necesitaba nada mas. Con las zapatillas puestas cogió su capucha de oso panda, también peluda –como le gustaban las cosas peludas y mulliditas, mas si se parecían a algún animal– se aseguró de no dejarse nada, no iba a permitir que la hicieran volver a la habitación a recoger algo que se hubiera dejado y perdiera tiempo con sus regalos, y salió correteando hacia las escaleras para bajar hacia la sala común.

  La ancha escalera de caracol que conectaba todas las habitaciones de la Torre era de las pocas que no estaban totalmente heladas durante la noche gracias a que en la parte inferior conectaban con las cocinas y sus grandes calderas, no estaban tan cálidas como las habitaciones o la sala común ni de cerca pero al menos permitían bajar a la sala común sin tener que vestirse con ropa adecuada. En un día cualquiera, Pequeña habría bajado directamente con el pijama sin problemas pero hoy tenía que asegurarse de que nadie la hiciera volver. Abrió las puertas corredizas de la sala común y bajó dando saltitos por la mullida escalinata cubierta por una desgastada moqueta.

  —Recuerda que aún no puedes abrir nada —dijo el enorme hombre-gato, Shiznabel— Aunque, claro, puedes mirar.

  —¡Shi-Shi! No te habré despertado ¿Verdad? —contestó Pequeña mientras brincaba hacia Shiznabel— ¡Feliz Navidad, Shi-Shi!

  Pequeña abrazó al peludo hombre-gato y este ronroneó levemente, la cogió en brazos y la llevó hasta el árbol de navidad situado frente a uno de los grandes hogares que calentaban la sala.

  —Jo, Jo, Jo. Feliz Navidad a ti también. Ahora siéntate y busca tus regalos, como haces siempre, yo iré a informar a la señora Nephti de que ya andas por aquí —dijo Shiznabel entre sus graves risas.

  Pequeña empezó a curiosear los paquetes envueltos bajo el árbol y los clasificó entre los suyos y los que no lo eran –no es que el resto no le importaba, solo que los clasificaría mas tarde–. Sonrió al encontrar el primero,  un regalo envuelto con papel amarillo y un lacito simple y la etiqueta Para: Pequeña, De: Shiznabel –una vez le preguntaron si le extrañaba que la llamaran solo Pequeña y que no tuviera otro nombre, que no tenía nombre, já! Pequeña era su nombre y era mas original que los suyos, seguro–, lo dejó en un rincón, separado del resto y siguió buscando. El siguiente que encontró iba con un papel de envolver de un color etéreo que parecía cambiar cada vez que se fijaba en él. Nephti siempre envolvía los regalos de formas curiosas y con papeles que cada vez la sorprendían. Apiló tres regalos mas, uno de Milva y Shani con una bonita flor hecha con papiroflexia; otro de la profesora Celeste, envuelto con muchas capas de papeles transparentes de diferentes colores; y finalmente uno de Nasque, un alumno avanzado que ya se pasaba la mayor parte del tiempo fuera de la torre.

Continuará...

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