dimecres, 7 de desembre del 2011

Capítulo II: Retorno (3)

  —Buenas tardes. ¿Tardes? uhm... no importa. Supongo que en estos días se habrán olvidado un poco de como iban las cosas, ¿cierto? Bien, si no es así siéntase libres de avanzar hasta el punto donde se quedaron, obviando esta introducción —dijo Nephti— ¿Siguen ahí? Supongo que eso significa que desean un breve resumen. Excelente, pues que así sea. Nos quedamos en que nuestros protagonistas habían huido de Maer debido a los extraños incidentes ocurridos ahí y se dirigían al Norte, en busca del tío de Liaele, la hija del Marqués, Gaevlien, Tiroun, Faenn y Torem la acompañaban junto a dos guardias del palacete del Marqués. Durante una noche, mientras acampaban una extraña señora, junto a dos hombres mas los rescataron de un supuesto ataque de unos Pálidos y se dirigieron al campamento de dicha señora. Y eso es todo, prosigamos...


  Habían llegado al campamento y, él y los chicos, estaban sentados alrededor de una hoguera, observando las llamas, sin saber que hacer, sin querer hacer nada. Cuando había oído que se dirigían al campamento del tío de Liaele, al que habían ido a buscar, se había imaginado que sería un campamento enorme, con tiendas, caballos, carromatos y muchos soldados, pero ahí no había mas que una tienda grande y una especie de parapeto, dos hogueras y unos pocos soldados. Faenn se sentía... deprimido, inútil. ¿Qué iban a hacer ahora que su mayor esperanza no llegaba ni para guarnecer una de esas torres abandonadas que habían encontrado? No se imaginaba como alguien podía dirigir todo eso, a él le daban ganas de cavar un hoyo y enterrarse en él para luego olvidarse de todo.

  —Todo está perdido, Maer está perdido, vamos a morir todos —gimió uno de ellos.

  Faenn no hizo ni el esfuerzo de levantar la cabeza para saber quien era, aunque estaba seguro de que Gaev no era, él era de los que siempre encontraban algo que hacer, incluso en las situaciones mas desesperadas, algo que podría acabar siendo inútil, acabar mal o ser la mayor de las tonterías del mundo, pero se le ocurría algo y así los mantenía ocupados a todos. Sin embargo, nunca se habían encontrado en una situación que llegara a ser algo mínimamente parecido a la que tenían que enfrentarse en esos momentos y pese a todo, confiaba en que Gaev sacaría un plan para seguir adelante. En cambio a él solo se le ocurrían ideas absurdas como empezar a correr hacia Maer empuñando su martillo de herrero para acabar con todo el mal o peor, empezar a correr hacia el lado opuesto y esconderse. No, tenía que haber algo que ellos podían hacer, algo que no fuera contemplar el crepitar de unas llamas, unas llamas bastante bonitas y cálidas...




  Llevaban ya unos días avanzando de vuelta a Maer, aunque a un ritmo ligeramente inferior al de ida dado que eran muchos mas y no había apenas caballos para tirar de las carretas. Él y los chicos andaban algo apartados del resto del grupo, como si realmente todo el mundo los evitara, Liaele si que los evitaba descaradamente, como si ahora que tenía su propia escolta de soldados ya no necesitara a los sucios aldeanos que los debía considerar. La única que mostraba un mínimo interés por ellos era la dama que los había rescatado, se llamaba Zelfora Recand y resultaba ser una Solea aunque poco mas se sabía de ella y pobre del que intentara hacerlo ya que se las vería con los dos guardianes que la acompañaban. Gaev lo tenía ya bien claro, después de haberlo intentado mas de una vez, nada pasaba por donde ellos dos o la dama Trecand no querían que pasara. Él seguía forzando su mente para que se le ocurriera algo parecido a un plan, y como plan se refería a algo viable que no implicara que acabaran todos muertos. Faenn decía que él siempre tenía un plan y no estaba equivocado, pero eso era antes, cuando lo peor que podía salir era que acabaran castigados unos días e incluso esos planes siempre acaban mal, en cambio las ideas que le daba Faenn para sus planes siempre eran brillantes. Sí, seguro que en esos momentos Faenn ya tendría un plan para arreglar las cosas.


  Liaele había ordenado expresamente que avanzaran a un ritmo lento y cauto desde que llegó ese rumor, sobretodo para ganar tiempo antes de que se confirmaran y dar la posibilidad a los exploradores a llegar a Maer y volver. 
  Había sido como si se le parara el corazón cuando su tío y la Solea le comentaron que había ese rumor, que al final impulsó a su tío a bajar hacia Maer antes y por eso se encontraron a mitad de camino, que había sido como si se le parara, tonterías, seguro que realmente había parado durante unos segundos, era una idea absurda incluso para un rumor que corría entre susurros y peores eran las ideas que le habían propuesto esos dos, que si podían evitar Maer directamente comentó su tío, que fueran todos a Isur les dijo la Solea. Lo peor era mirar a esos chicos, que la habían acompañado con sus mejores intenciones y ahora... le daban ganas de dejarse caer en el suelo y empezar a llorar. Así que como mas tardaran a llegar a Maer, mas podría retrasar esas decisiones y el decírselo a los chicos. ¿Y por qué ella? De acuerdo de que era la hija del Marqués, pero su tío también era alguien importante aunque fuera el cuarto hijo, ya tuviera unos buenos años encima, y la Solea, que le decía todo lo que debía hacer casi pero la obligaba a ella a decidir finalmente, ¿Por qué tenía que dirigir a todos? ¿Tendría que decírselo a todos cuando llegara el momento? El momento que llegó con los dos exploradores que volvieron cuando estaban a unas horas de llegar a Maer y decidieron acampar. "El rumor es cierto" fue todo lo que osaron decir. 
  Era el momento de decidir, el momento de decírselo a los chicos. Y así hizo, cuando estaban los cuatro sentados alrededor del fuego como cada noche se acercó y los miró uno a uno: "Maer ya no existe. El pueblo, el palacete, todo está vacío y no queda nada ni nadie".


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