divendres, 11 de novembre del 2011

Capítulo II: Soluciones (1)

  Se encontraban en la sala común de las habitaciones de los invitados, como en esa época del año había pocos o ninguno nadie los molestaba. Milva estaba recostada encima de dos sillas de madera y Shani charlaba con ella sentada en el suelo.

  —¿Para qué crees que nos habrá llamado? Es curioso que nos cite aquí —comentaba Shani mientras su compañera gruñía, intentando dormir un poco.

  —Eso, ¿Con qué motivo os habré citado? También tengo curiosidad —dijo Nephti entre sonrisas a la vez que cruzaba el umbral junto a Pequeña. La jovencita pronto sería mas alta que la maestra, si no lo era ya, aunque serlo no era un gran logro, tratándose de superar a una gnoma.

  —¡Maestra Nephti! Nosotras... Yo... —saltó Milva— ¿Para qué estamos aquí?

  —¿No es obvio? Tenemos que seguir la historia, antes que Pequeña se colapse y por nuestros fans, claro — sonrió Nephti, mirándote.


  Faenn jadeaba mientras con la mirada analizaba los alrededores, aún no se fiaba de que no aparecieran mas engendros de esos. Habían salido del palacete a través de un túnel que los llevó a una trampilla de madera en el interior del bosque adyacente al edificio, el joven que los había sacado iba con una peto ornamentado y un escudo, según había oído era el hermano de la chica que había salvado, que era nada menos que la hija del marqués y eso hacía al joven el hijo mayor del marqués. En menudo lío se habían metido, cuando dejaran de pensar en esos seres y se fijaran en todo lo que llevaban encima les caería una buena, no sería una típica regañona como en las otras travesuras organizadas por Gaev, en esta acabarían encerrados en un calabozo. Aunque, olvidarse de los monstruos esos no parecía una tarea fácil.

  —¡Capitán! —llamó alguien entre los arboles. Faenn casi acabó encima de un árbol de la sorpresa. Era un soldado, de la guardia, supuso— Parece que los engendros solo han atacado el palacete, en el pueblo siguen con las celebraciones como si nada hubiera pasado.

  —Entendido... ¿Cuantos hombres tenemos preparados? —respondió el capitán mientras se ajustaba los ribetes rojos y blancos que lo identificaban en su rango.

  —Hemos perdido la mayor parte de la guardia del palacio. La guardia del pueblo tenía pocos efectivos de servicio por la celebración. De las patrullas de Guardarriba no sabemos nada.

  —Bien... de momento nos encargaremos de que esos monstruos no salgan del palacete, envia a dos hombres a informar al teniente de la guardia del pueblo que reúna a todos los que pueda sin que cunda el pánico y que se reúnan con nosotros, luego dos hombres mas deberán ir hacia el norte y conseguir el máximo apoyo de Guardarriba a la vez que se entere de la situación en la zona —saludó al soldado y lo despidió, seguidamente el capitán se dirigió hacia su hermana, que estaba sentada bajo un árbol.

  Liaele levantó la mirada y lo miró, Faenn supuso que el hecho de que su hermano le dijera que no podían ir a rescatar a su madre inmediatamente la había afectado bastante.

  —Hermanita... digo, Lady Liaele, tengo una misión para ti —sonrió cálidamente el capitán— Necesito que acompañes a los dos soldados que irán a Guardarriba,  al menos hasta las primeras torres de guardia y ahí encárgate de encontrar a nuestro tío, lo necesitaré si las cosas se complican. Podrás hacer eso ¿Verdad? Hazlo por mi ¿De acuerdo?

  La muchacha asintió lentamente y volvió a su estado de meditación. Su hermano, el capitán, se dirigió entonces hacia ellos y los miró uno a uno, con una mirada tranquilizadora. Gaev lanzaba trozos de corteza del árbol donde estaba apoyado, Torem estaba mirando fijamente un medallón de cobre que le había dado Erris para que se lo llevara mientras cargaba con las cajas, Erris y él siempre habían estado muy unidos, Tiroun en cambio se había apoderado del hacha y paseaba por los alrededores, como si esperaba de que la nada fuera a aparecer mas monstruos.

  —Veamos, muchachos, para vosotros también tengo trabajo, mas bien os doy dos opciones... Podeis volver al pueblo, arriesgándoos vosotros mismos o podéis ayudarme y acompañar a lady Liaele. Tened en cuenta que el hecho que me ayudéis a mi podría servir para que se pasara por alto el detalle de qué hacíais en el palacete a esas horas —sonrió el capitán, satisfecho de su discurso— ¿Qué os parece? 

  Faenn miró a sus otros compañeros, Tiroun se había acercado y lo miraba fijamente, lo mismo hacían los otros, parecía que le tocaba tomar la decisión a él.

  —De acuerdo, iremos. Las primeras torres de guardia de Guardarriba tampoco están tan lejos ¿Verdad, Gaev?


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