dissabte, 18 de febrer del 2012

Capítulo III: Tres caminos (2)

  El río estaba mas tranquilo de lo que recordaba, aunque él nunca había cruzado el Olva tan al este. Gaev alargó la mano y acarició las aguas, tampoco eran tan gélidas sus aguas como en el embarcadero de Toar, por el que había cruzado alguna vez. Toar, dónde deberían dirigirse según Aunor, el robusto guardián de la Solea, pero en cambio estaban cruzando por el embarcadero de Isur y todo parecía indicar que era allí dónde se dirigían; la ciudad de Isur era una de las importantes de la Marca de Taixel, junto Toar, Voresso y, lógicamente, Taixel; Maer, en cambio, no merecería ni aparecer en los mapas generales si no fuera porque el propio marqués de Taixel y señor de Maer había establecido ahí su residencia familiar dónde vivía toda su familia mientras él tenía asuntos en la capital.

  —Ten cuidado, no vayas a caer —le dijo Aunor.

  —Yo sólo…

  —Venga, que ya llegamos a la otra orilla —respondió el guardian a la vez que lo agarraba por el hombro y lo levantaba—. Estaría bien que llegáramos a Isur un día de estos.

  —Hablando de Isur… ¿por qué  vamos a Isur si me dijiste que la Solea quería que fueramos a Toar? No es que estén en la misma dirección precisamente...

  —Supongo que no tendrás intención de volver a Maer para coger el camino de Toar, ¿verdad? —Aunor le dio unos golpecitos en la cabeza—. De momento iremos a Isur y decidiremos de que forma llegar a Toar, además Zel… la Solea ya dijo que llegáramos sobre seguro mas que lo antes posible...

  Los dos bajaron de la barcaza dando un saltito hasta la orilla, Aunor cargando todas las bolsas, su equipaje mas la pequeña mochila de Gaev. Era curioso todo lo que Aunor le había contado, parecía que se habían dividido en tres grupos después del caos del campamento y la Solea había enviado a cada uno de sus guardianes para que los protegieran, Liaele iba con Verlan, él con Aunor y la Solea se había ido a buscar a Faenn y Tiroun. Además habían decidido que todos se encontrarían en Toar dentro de seis meses –al principio le pareció mucho tiempo, seis meses, pero si tenían que ir primero a Isur y luego decidir como cruzar hasta Toar podrían tardar bastante–. Suspiró, Aunor le había dicho que no se preocupara, que él sabía apañárselas bien en casi todas las situaciones, que la Solea tenía mas recursos de los que parecía y que nadie podría proteger a Liaele mejor que el propio Verlan. 



  La Solea se sentó en la estrecha escalera de tablones y sacó su pequeño diario mientras esperaba a que el soldado hablara con el barquero, se alisó la falda con tranquilidad, observó un momento al soldado que charlaba detrás de ella y al otro que estaba esperando cerca con el equipaje y se puso a revisar los últimos hechos relevantes que había apuntado minuciosamente en el diario.

  "Oímos un grito a medianoche y salieron Aunor y Verlan disparados hacia él, cuando llegué me los encontré con la muchacha del marqués en brazos, todo estaba lleno de sangre y había otro cuerpo. Aunor, que le estaba tomando el pulso, me miró y negó con la cabeza."

"La moral de los soldados ya era baja y encontrarse con Liaele inconsciente y llena de sangre junto al cuerpo de Torem desencadenó el motín pese a que intentaran ocultarlo, algún soldado llegó a verlo y con el boca a boca en pocas horas todo el mundo estaba enterado."

"Tuve tiempo de informar de mis planes a Aunor y Verlan, les di los medallones y marqué a los chicos por si acaso, ahora deberían servir para informarnos si ellos estaban cerca y nos ayudaría a encontrarlos en caso de separanos."

"Aunor estaba aún cuidado de la muchacha, que seguía inconsciente, cuando estalló todo, espero que esté bien. El joven cazador había ido a buscar algo de madera hacia el este y envié a Verlan a buscarlo,  yo misma conseguí convencer a dos soldados de que amotinarse no les beneficiaria en nada y me están acompañando hacia el sur, hacia donde vi que huían el herrero y el minero."

"Cerca de la orilla del Olva hemos encontrado un campamento reciente y a uno de los muchachos en él, ha pronunciado el nombre de su amigo al vernos y ha caído inconsciente, parece que le drogaron y probablemente al otro muchacho también, improvisamos una camilla para transportarlo y empezamos a seguir el rastro."

  Zelfora cerró en diario y suspiró, habían seguido el rastro y parecía que el campamento era de una caravana de mercaderes que justo habían cruzado el Olva la noche anterior, todo indicaba que se dirigían hacia Toar pero de momento tendrían que cruzar el río para saberlo.



  Faenn observaba las ruinas de Maer desde el pequeño cerro donde había jugado de pequeño, esperaba que Tiroun estuviera bien, había comido una baya desconocida y había enfermado, cuando fue a buscar algo para curarlo y volvió, había desaparecido. Sacudió la cabeza, pensamientos prácticos se dijo, no podía hacer nada por Tiroun y tenía que llegar a la herrería, no podía dejar el martillo de su padre abandonado ahí.


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dimecres, 15 de febrer del 2012

Capítulo III: La hoja aromática (1)

  Verlan seguía el ya mecánico proceso de tallar una rama de un árbol  y pulirla hasta darle la forma deseada, esta vez la rama era de un eucaliptos que habían encontrado junto otros de los suyos hace unos días y le había intrigado la flexibilidad de la madera de esos árboles. Nunca se había interesado demasiado por la madera flexible, era difícil de tallar, de crear figuras elaboradas que no fueran simples relieves y cuando se secaba se endurecía demasiado, o esa era la experiencia que tenía en sus anteriores intentos. Pero esta vez no quería tallar ninguna figurilla sino que intentaba crear algo parecido a una espada de una sola pieza para entrenar, sería interesante el uso de la flexibilidad de dicha madera y donde se encontraban actualmente no veía nada mas que pudiera usar. Se frotó la cuidada barba de tres puntas –tradicional en Rilbur, de dónde provenia, y sobretodo en las tierras mas cercanas al norte y el caluroso Alioth, aunque tampoco es que Rilbur fuera muy fresco con sus extensas praderas que se volvían llanuras interminables con una vegetación baja y tostada por el sol–, estiró cada una de ellas y las enroscó levemente para que se mantuvieran así, normalmente se las untaría para que estuvieran bien rígidas y relucientes pero no estaba en condiciones de gastar lo poco que le quedaba. Levantó la mano del vello facial y observó a la muchacha que apilaba algunas ramas secas para encender el fuego.

  —Cuando termines con eso entrenaremos un poco. He terminado de hacerte esta espada con la madera que cogí y creo que te irá bien

  Los grandes y verdes ojos de la muchacha relucieron como esmeraldas al oír el comentario y le sonrió, aunque también el fuego acababa de encenderse.

  —Esta vez conseguiré darte, ya lo verás —comentó ella—. Aunque sea lanzándote la espada a la cabeza.

  Últimamente solo entrenar y hablar sobre eso le interesaba, el resto del día se mantenía callada cuando avanzaban por los páramos y los bosquecitos dispersos. Él lo entendía totalmente, nadie debería pasar por eso a su edad, ni en la suya tampoco, pero él estaba mas preparado al menos, no como la jovencita. Un motín entre sus propios hombres era una de las peores pesadillas de muchos capitanes y todo aquel que tuviera que dar ordenes, eso incluso en los mas expertos, y ella no había tenido ni unas semanas de experiencia. Eran malos tiempos, por eso cuando ella le propuso que le enseñara a luchar como él no pudo negarse, al principio fue un poco reticente con la idea, pero cuando se dieron cuenta que se habían perdido –gracias a él y sus pésimas dotes de orientación–, decidió que sería una buena forma de usar el tiempo. Al menos ahora sabían dónde estaban, aunque seguían sin saber hacia dónde iban.

  —Oh, sí. Estoy seguro que me darías si así lo desearas, pero eso significaría que tendría que empezar a luchar en serio contigo después de que me humillaras de tal forma. —se puso de cuatro patas, arqueó la espalda y bufó como un felino arrinconado—. No quieres verme luchando en serio, Liaele

  Rieron durante un rato mientras ella acababa de encender el fuego para que durara y él pulía la espada de eucalipto. Se la lanzó y empezaron los golpes. Ella no era mala luchadora –resultaba que había entrenado con su hermano, que siempre había querido ser soldado, cuando eran pequeños y lo habían seguido haciendo cuando finalmente se unió a las guardia de Taixel– tenía unos buenos instintos, pero carecía de entrenamiento formal, sus reflejos no eran suficientemente rápidos y se distraía con facilidad.


  —Y así os presento la situación actual de Liaele, luego seguiremos con los otros y vosotras dos, Milva y Shani, tendréis que escoger a uno de ellos para seguir la historia. Os acabaré de relatar un poco mas su situación cuando lo escojáis y el que quede lo continuaré yo misma —aclaró Nephti mientras despedía a las chicas— Bien, mañana presentaré la de Gaevlien y luego a Faenn, de momento id pensando como seguiréis y recordad todo lo que os he enseñado.




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